sexta-feira, 22 de março de 2013

Bergoglio, la Iglesia y dictadura

Bergoglio, la Iglesia y dictadura
Mi pasado me condena


Por Patricia López,
Socialismo o Barbarie, periódico, 21/03/2012
Desde que se supo que Bergoglio va a ser el papa Francisco, se dispararon muchas discusiones. Uno de los temas más sonados es el de su complicidad con la dictadura.
En Argentina, este asunto dividió al kirchnerismo y a los organismos de derechos humanos y ameritó una declaración del Vaticano contra “la izquierda anticlerical”, cuyo tono nervioso y agresivo desmiente por sí mismo los anuncios de “apertura” del nuevo papa.
Es importante constatar qué papel jugó Bergoglio durante la dictadura. Y después de ella, qué hizo frente a la lucha de los organismos de derechos humanos para condenar a los responsables del genocidio. También son significativas sus posiciones respecto a la homosexualidad y a los derechos de las mujeres, así como su actuación en el escándalo del padre Grassi.
Acciones y omisiones: las dos caras de “El jesuita”
La dictadura encuentra a Bergoglio ejerciendo un cargo importante: desde 1973 hasta 1979 fue provincial (máximo cargo en el país) de la congregación jesuítica, a la que pertenecía la Universidad del Salvador (USAL) y también varios de los curas y catequistas perseguidos, secuestrados, torturados y asesinados por los militares.
En cuanto a su inclinación política, Bergoglio militaba desde 1972 en la agrupación de ultraderecha peronistaGuardia de Hierro. Esta corriente, no por casualidad, había tomado ese nombre de una célebre organización fascista rumana, fundada por Corneliu Zelea Codreanu en los años ’20, inicialmente con el nombre de Legión de San Miguel Arcángel. Estos “angelitos” (o arcángeles) sólo se distinguían de Hitler y Mussolini en el punto de un fanático catolicismo.
En Argentina, los émulos de Codreanu en el movimiento peronista constituyeron a inicios de los ’60 la “Guardia de Hierro” criolla, una de las organizaciones de extrema derecha que enfrentaría violentamente al activismo obrero y estudiantil, y a las corrientes de izquierda dentro y fuera del peronismo.
Hacia fines de 1974, cuando la orden jesuítica decidió entregar la Universidad del Salvador a una administración laica, Bergoglio eligió a dos dirigentes de Guardia de Hierro: Francisco Piñón, que fue nombrado rector, y Walter Romero, como operador oculto en la Universidad.
El 25 de noviembre de 1977, la USAL otorgó al jefe de la Armada, Emilio Eduardo Massera, el título de“doctor honoris causa”, en una ceremonia pública. Los datos de esa distinción, donde constan las firmas de quienes lo propusieron y cuáles eran las motivaciones para doctorar a un genocida, desaparecieron misteriosamente de los archivos de la Universidad.[[1]]
El nombramiento de Massera como “doctor honoris causa” de la USAL se produjo un mes después que los sacerdotes Orlando Yorio y Francisco Jalics fueran encontrados drogados y semidesnudos en un campo de Cañuelas. Los dos curas, que desempeñaban su labor pastoral en una villa del Bajo Flores, habían permanecido casi seis meses secuestrados en la ESMA.
En sus declaraciones al Tribunal Oral Federal N° 5 que investigó entre otros el secuestro de los dos sacerdotes, Bergoglio afirmó haber intentado ayudarlos advirtiéndoles el peligro que corrían por su trabajo social en la villa. Incluso, hay quienes quieren atribuir el “doctorado” de Massera a un regalo de Bergoglio por haber liberado a los curas. En realidad, había una estrecha relación de Guardia de Hierro con Massera, que pretendía hacer su propia agrupación política proclamándose heredero del peronismo.
De todos modos, en el juicio a las Juntas realizado en julio de 1985, Yorio ya había declarado: “No tengo indicios para pensar que Bergoglio nos liberó, al contrario. A mis hermanos les avisó que yo había sido fusilado”. Y agregó: “Bergoglio nunca nos avisó del peligro que corríamos. Estoy seguro de que él mismo les suministró el listado con nuestros nombres a los marinos”.
En noviembre de 1977, mientras se encontraba en Roma, adonde se había exiliado luego de ser liberado de la ESMA, en una carta dirigida al asistente general de la Compañía de Jesús, padre Moura, Yorio escribió que al comenzar las amenazas y los rumores dentro de la iglesia sobre la supuesta relación de él y Jalics con la guerrilla, pidieron ayuda a Bergoglio, su superior, y que este se comprometió a frenar los rumores y testimoniar su inocencia frente a los militares. Pero como “el provincial no hacía nada por defendernos nosotros empezábamos a sospechar de su honestidad. Estábamos cansados de la provincia y totalmente inseguros”. El Equipo de Pastoral Villera envió una carta de protesta a Bergoglio, con copias al nuncio Pio Laghi, Aramburu y Raspanti, que no respondieron. Pocos días después Yorio y Jalics fueron secuestrados, conducidos a la ESMA y luego a una casa operativa en la que fueron torturados.
Yorio dice que recién en Roma el secretario del general de los jesuitas “me sacó la venda de los ojos”. Ese jesuita colombiano, el padre Cándido Gaviña, “me informó que yo había sido expulsado de la Compañía. También me contó que el embajador argentino en el Vaticano le informó que el gobierno decía que habíamos sido capturados por las Fuerzas Armadas porque nuestros superiores eclesiásticos habían informado al gobierno que al menos uno de nosotros era guerrillero. Gaviña le pidio que lo confirmara por escrito, y el embajador lo hizo”.[[2]]
En un reportaje realizado cuando Bergoglio presentó el libro “El jesuita”, publicado en 2010 por Sergio Rubín y Francesca Ambrogetti, la hermana de Orlando Yorio, Graciela, relató: “[En 2001] conocí a un jesuita amigo de Orlando. Yo le pregunté si a él le parecía que un sacerdote con los antecedentes de Bergoglio podía llegar a papa. Me dijo que no me preocupara, que no iba a llegar porque en su dossier figura la historia de Francisco y Orlando”. Informa que ese jesuita es Juan Luis Moyano, que después de la dictadura fue viceprovincial de la orden.
En el mismo reportaje, su hermano Rodolfo agrega: “Conozco gente a la que Bergoglio ayudó. Eso habla de sus dos caras y de su cercanía con el poder militar. Maneja la ambigüedad con maestría. Si los mataban se los sacaba de encima, si se salvaban él los había salvado. Por eso hay gente que lo considera un santo y otros que le tienen terror”.[[3]]
Por estos días también circuló profusamente la noticia de que Francisco Jalics, el otro jesuita secuestrado junto a Yorio, se reconcilió con el actual papa Jorge Bergoglio hace tiempo, según un escrito suyo distribuido por la orden alemana de jesuitas en Munich. Las palabras de Jalics han sido amañadas para que parezca que él no atribuye a Bergoglio ninguna intervención en su secuestro. Pero Jalics no dijo eso. Lo único que dijo es que “se reconcilió” con Bergolio, lo que da a entender claramente que alguna vez no estuvieron “conciliados”, y rehusó hablar sobre la actuación del nuevo papa en esa época. “No puedo juzgar el papel de Bergoglio en estos sucesos”, escribió en el comunicado.[[4]]
En la causa ESMA de finales de 2010, Bergoglio también fue interrogado sobre el robo de bebés. Aseguró quesólo se había enterado de esos hechos hacía pocos años. Pero fue desmentido en el estrado por el testimonio de Estela de la Cuadra, que en 1977 se entrevistó con él buscando el paradero de su nieta desaparecida junto a sus padres y le contó toda su historia.[[5]]
“Acompañamos al actual proceso encabezado por las Fuerzas Armadas,
lo acompañamos con adhesión y aceptación…”
En el libro “El jesuita” que citamos más arriba, Bergoglio, entonces jefe de la iglesia en la Argentina, defendió el papel de ésta durante la dictadura y dijo que muchos se enteraron de a poco de lo que estaba pasando.
Sin embargo, documentos del gobierno de los EEUU que fueron desclasificados a pedido de los organismos de derechos humanos muestran que el 10 de mayo de 1976, apenas seis semanas después del golpe, se reunió la Asamblea Plenaria del Episcopado. Allí, cada obispo informó lo que ocurría en su diócesis, de modo que todos tuvieron un panorama nacional preciso. En estas actas figuran los testimonios de trece obispos acerca deasesinatos, secuestros por grupos parapoliciales, detenciones sin cargos, saqueo de viviendas, despidosde trabajadores, torturas, etc.
La conferencia debatió qué hacer: 19 obispos querían difundir lo que pasaba, pero 38 se opusieron.
Por eso el documento que emitieron, “País y bien común”, pidió “comprensión” hacia el gobierno militar y dijo que era equivocado pretender que los organismos de seguridad actuaran “con pureza química de tiempo de paz, mientras corre sangre cada día”. También consideraba aceptable el sacrificio de “aquella cuota de libertad que la coyuntura pide”. En cambio condenó como pecado “el asesinar, con secuestro previo o sin él, cualquiera sea el bando del asesinado”, repartiendo las culpas entre los genocidas y sus víctimas por igual.[[6]]
Antes del reportaje en “El jesuita”, Bergoglio editó en 2006 el libro “Iglesia y democracia en la Argentina”, dondereivindica el papel de la iglesia durante la dictadura, y para ello falsea documentos. Allí hace una supuesta “transcripción” del acta de una reunión de fines de 1976 entre la Conferencia Episcopal Argentina, integrada entonces por los cardenales Primatesta y Aramburu y el obispo Zazpe, y la Junta Militar. Al compararla con el memo original se ve que en la versión de Bergoglio han desaparecido varios párrafos, entre ellos este:
“Objeto de la reunión: Ante todo, aclarar la posición de la Iglesia. De ninguna manera pretendemos plantear una posición de crítica a la acción de gobierno, actitud que no nos corresponde, sino solo advertir peligros que hemos llegado a avizorar.
“¿Qué se pretende de la Iglesia? Primero, que no se mezcle en lo político. Frente a ello, los obispos somos conscientes de que un fracaso [del gobierno militar] llevaría, con mucha probabilidad, al marxismo, y, por lo mismo, acompañamos al actual proceso de reorganización del País, emprendido y encabezado por las Fuerzas Armadas, lo acompañamos con comprensión, a su tiempo con adhesión y aceptación.”[[7]](subrayados nuestros)
Sentar al demonio en la mesa de debate es una política que Bergolio no solo utilizó para condenar el matrimonio igualitario. Cuando se estaba juzgando a Von Wernich, en octubre de 2007, también lo invocó para defender al cura torturador: “es el demonio quien nos impide reconciliarnos”, dijo el entonces jefe de la Iglesia argentina.[[8]]
Condenado por crímenes de lesa humanidad en 34 secuestros, 37 casos de tortura y siete homicidios calificados, crímenes cometidos en ejercicio de su sacerdocio, escondido y protegido por la Iglesia argentina hasta que lo encontraron refugiado en Chile, preso en el penal de Carlos Paz junto a otros asesinos seriales de la dictadura, Von Wernich sigue dando misa. “Bergoglio nunca lo sancionó. Así como el cardenal Aramburu suspendió las licencias sacerdotales de Yorio y Jalics pocos días antes de que los chuparan, el cardenal Bergoglio nunca suspendió ni un día la licencia sacerdotal de Von Wernich”.[[9]]
[1].- Walter Goobar, “Los secretos de Bergoglio y Massera”, Miradas al Sur 14-11-2010.
[2].- H. Verbitsky, Página 12 11-4-2010.
[3].- Graciela y Rodolfo Yorio, Página 12, 11-4-2010, subrayados nuestros.
[4].- Ambito Financiero 16-3-2013.
[5].- H. Verbitsky, Página 12 11-4-2010.
[6].- Documentos citados por Verbitsky en Página/12 11-4-2010.
[7].- http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/subnotas/143711-46189-2010-04-11.html. El memo sobre la reunión del 15 de noviembre de 1976 de Primatesta, Aramburu y Zazpe con la Junta Militar se reproduce en su versión original, tal como está archivado en la sede episcopal de la calle Suipacha como “Reunión de la Junta Militar con la Comisión Ejecutiva de la CEA, 15.IX.1976”. Caja 24, Carpeta II. Documento 10.937.
[8].- La Gaceta, 9-10-2007.
[9].- Santiago O’Donnel, Página 12 17-3-2013.

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