Bergoglio, la Iglesia y dictadura
Mi pasado me condena
Por Patricia López,
Socialismo o Barbarie, periódico,
21/03/2012
Desde que se supo que Bergoglio
va a ser el papa Francisco, se dispararon muchas discusiones. Uno de los temas
más sonados es el de su complicidad con la dictadura.
En Argentina, este asunto dividió
al kirchnerismo y a los organismos de derechos humanos y ameritó una
declaración del Vaticano contra “la izquierda anticlerical”, cuyo tono nervioso
y agresivo desmiente por sí mismo los anuncios de “apertura” del nuevo papa.
Es importante constatar qué papel
jugó Bergoglio durante la dictadura. Y después de ella, qué hizo frente a la
lucha de los organismos de derechos humanos para condenar a los responsables
del genocidio. También son significativas sus posiciones respecto a la
homosexualidad y a los derechos de las mujeres, así como su actuación en el
escándalo del padre Grassi.
Acciones y omisiones: las dos
caras de “El jesuita”
La dictadura encuentra a
Bergoglio ejerciendo un cargo importante: desde 1973 hasta 1979 fue provincial
(máximo cargo en el país) de la congregación jesuítica, a la que pertenecía la
Universidad del Salvador (USAL) y también varios de los curas y catequistas
perseguidos, secuestrados, torturados y asesinados por los militares.
En cuanto a su inclinación
política, Bergoglio militaba desde 1972 en la agrupación de ultraderecha
peronistaGuardia de Hierro. Esta corriente, no por casualidad, había tomado ese
nombre de una célebre organización fascista rumana, fundada por Corneliu Zelea
Codreanu en los años ’20, inicialmente con el nombre de Legión de San Miguel
Arcángel. Estos “angelitos” (o arcángeles) sólo se distinguían de Hitler y
Mussolini en el punto de un fanático catolicismo.
En Argentina, los émulos de
Codreanu en el movimiento peronista constituyeron a inicios de los ’60 la
“Guardia de Hierro” criolla, una de las organizaciones de extrema derecha que
enfrentaría violentamente al activismo obrero y estudiantil, y a las corrientes
de izquierda dentro y fuera del peronismo.
Hacia fines de 1974, cuando la
orden jesuítica decidió entregar la Universidad del Salvador a una
administración laica, Bergoglio eligió a dos dirigentes de Guardia de Hierro:
Francisco Piñón, que fue nombrado rector, y Walter Romero, como operador oculto
en la Universidad.
El 25 de noviembre de 1977, la
USAL otorgó al jefe de la Armada, Emilio Eduardo Massera, el título de“doctor
honoris causa”, en una ceremonia pública. Los datos de esa distinción, donde
constan las firmas de quienes lo propusieron y cuáles eran las motivaciones
para doctorar a un genocida, desaparecieron misteriosamente de los archivos de
la Universidad.[[1]]
El nombramiento de Massera como
“doctor honoris causa” de la USAL se produjo un mes después que los sacerdotes
Orlando Yorio y Francisco Jalics fueran encontrados drogados y semidesnudos en
un campo de Cañuelas. Los dos curas, que desempeñaban su labor pastoral en una
villa del Bajo Flores, habían permanecido casi seis meses secuestrados en la
ESMA.
En sus declaraciones al Tribunal
Oral Federal N° 5 que investigó entre otros el secuestro de los dos sacerdotes,
Bergoglio afirmó haber intentado ayudarlos advirtiéndoles el peligro que
corrían por su trabajo social en la villa. Incluso, hay quienes quieren
atribuir el “doctorado” de Massera a un regalo de Bergoglio por haber liberado
a los curas. En realidad, había una estrecha relación de Guardia de Hierro con
Massera, que pretendía hacer su propia agrupación política proclamándose
heredero del peronismo.
De todos modos, en el juicio a
las Juntas realizado en julio de 1985, Yorio ya había declarado: “No tengo
indicios para pensar que Bergoglio nos liberó, al contrario. A mis hermanos les
avisó que yo había sido fusilado”. Y agregó: “Bergoglio nunca nos avisó del
peligro que corríamos. Estoy seguro de que él mismo les suministró el listado
con nuestros nombres a los marinos”.
En noviembre de 1977, mientras se
encontraba en Roma, adonde se había exiliado luego de ser liberado de la ESMA,
en una carta dirigida al asistente general de la Compañía de Jesús, padre
Moura, Yorio escribió que al comenzar las amenazas y los rumores dentro de la
iglesia sobre la supuesta relación de él y Jalics con la guerrilla, pidieron
ayuda a Bergoglio, su superior, y que este se comprometió a frenar los rumores
y testimoniar su inocencia frente a los militares. Pero como “el provincial no
hacía nada por defendernos nosotros empezábamos a sospechar de su honestidad.
Estábamos cansados de la provincia y totalmente inseguros”. El Equipo de
Pastoral Villera envió una carta de protesta a Bergoglio, con copias al nuncio
Pio Laghi, Aramburu y Raspanti, que no respondieron. Pocos días después Yorio y
Jalics fueron secuestrados, conducidos a la ESMA y luego a una casa operativa
en la que fueron torturados.
Yorio dice que recién en Roma el
secretario del general de los jesuitas “me sacó la venda de los ojos”. Ese
jesuita colombiano, el padre Cándido Gaviña, “me informó que yo había sido
expulsado de la Compañía. También me contó que el embajador argentino en el
Vaticano le informó que el gobierno decía que habíamos sido capturados por las
Fuerzas Armadas porque nuestros superiores eclesiásticos habían informado al
gobierno que al menos uno de nosotros era guerrillero. Gaviña le pidio que lo
confirmara por escrito, y el embajador lo hizo”.[[2]]
En un reportaje realizado cuando
Bergoglio presentó el libro “El jesuita”, publicado en 2010 por Sergio Rubín y
Francesca Ambrogetti, la hermana de Orlando Yorio, Graciela, relató: “[En 2001]
conocí a un jesuita amigo de Orlando. Yo le pregunté si a él le parecía que un
sacerdote con los antecedentes de Bergoglio podía llegar a papa. Me dijo que no
me preocupara, que no iba a llegar porque en su dossier figura la historia de
Francisco y Orlando”. Informa que ese jesuita es Juan Luis Moyano, que después
de la dictadura fue viceprovincial de la orden.
En el mismo reportaje, su hermano
Rodolfo agrega: “Conozco gente a la que Bergoglio ayudó. Eso habla de sus dos
caras y de su cercanía con el poder militar. Maneja la ambigüedad con maestría.
Si los mataban se los sacaba de encima, si se salvaban él los había salvado.
Por eso hay gente que lo considera un santo y otros que le tienen terror”.[[3]]
Por estos días también circuló
profusamente la noticia de que Francisco Jalics, el otro jesuita secuestrado
junto a Yorio, se reconcilió con el actual papa Jorge Bergoglio hace tiempo,
según un escrito suyo distribuido por la orden alemana de jesuitas en Munich.
Las palabras de Jalics han sido amañadas para que parezca que él no atribuye a
Bergoglio ninguna intervención en su secuestro. Pero Jalics no dijo eso. Lo
único que dijo es que “se reconcilió” con Bergolio, lo que da a entender
claramente que alguna vez no estuvieron “conciliados”, y rehusó hablar sobre la
actuación del nuevo papa en esa época. “No puedo juzgar el papel de Bergoglio
en estos sucesos”, escribió en el comunicado.[[4]]
En la causa ESMA de finales de
2010, Bergoglio también fue interrogado sobre el robo de bebés. Aseguró quesólo
se había enterado de esos hechos hacía pocos años. Pero fue desmentido en el
estrado por el testimonio de Estela de la Cuadra, que en 1977 se entrevistó con
él buscando el paradero de su nieta desaparecida junto a sus padres y le contó
toda su historia.[[5]]
“Acompañamos al actual proceso
encabezado por las Fuerzas Armadas,
lo acompañamos con adhesión y
aceptación…”
En el libro “El jesuita” que
citamos más arriba, Bergoglio, entonces jefe de la iglesia en la Argentina,
defendió el papel de ésta durante la dictadura y dijo que muchos se enteraron
de a poco de lo que estaba pasando.
Sin embargo, documentos del
gobierno de los EEUU que fueron desclasificados a pedido de los organismos de
derechos humanos muestran que el 10 de mayo de 1976, apenas seis semanas
después del golpe, se reunió la Asamblea Plenaria del Episcopado. Allí, cada
obispo informó lo que ocurría en su diócesis, de modo que todos tuvieron un
panorama nacional preciso. En estas actas figuran los testimonios de trece
obispos acerca deasesinatos, secuestros por grupos parapoliciales, detenciones
sin cargos, saqueo de viviendas, despidosde trabajadores, torturas, etc.
La conferencia debatió qué hacer:
19 obispos querían difundir lo que pasaba, pero 38 se opusieron.
Por eso el documento que
emitieron, “País y bien común”, pidió “comprensión” hacia el gobierno militar y
dijo que era equivocado pretender que los organismos de seguridad actuaran “con
pureza química de tiempo de paz, mientras corre sangre cada día”. También
consideraba aceptable el sacrificio de “aquella cuota de libertad que la
coyuntura pide”. En cambio condenó como pecado “el asesinar, con secuestro
previo o sin él, cualquiera sea el bando del asesinado”, repartiendo las culpas
entre los genocidas y sus víctimas por igual.[[6]]
Antes del reportaje en “El
jesuita”, Bergoglio editó en 2006 el libro “Iglesia y democracia en la
Argentina”, dondereivindica el papel de la iglesia durante la dictadura, y para
ello falsea documentos. Allí hace una supuesta “transcripción” del acta de una
reunión de fines de 1976 entre la Conferencia Episcopal Argentina, integrada
entonces por los cardenales Primatesta y Aramburu y el obispo Zazpe, y la Junta
Militar. Al compararla con el memo original se ve que en la versión de
Bergoglio han desaparecido varios párrafos, entre ellos este:
“Objeto de la reunión: Ante todo,
aclarar la posición de la Iglesia. De ninguna manera pretendemos plantear una
posición de crítica a la acción de gobierno, actitud que no nos corresponde,
sino solo advertir peligros que hemos llegado a avizorar.
“¿Qué se pretende de la Iglesia?
Primero, que no se mezcle en lo político. Frente a ello, los obispos somos
conscientes de que un fracaso [del gobierno militar] llevaría, con mucha
probabilidad, al marxismo, y, por lo mismo, acompañamos al actual proceso de
reorganización del País, emprendido y encabezado por las Fuerzas Armadas, lo
acompañamos con comprensión, a su tiempo con adhesión y
aceptación.”[[7]](subrayados nuestros)
Sentar al demonio en la mesa de
debate es una política que Bergolio no solo utilizó para condenar el matrimonio
igualitario. Cuando se estaba juzgando a Von Wernich, en octubre de 2007,
también lo invocó para defender al cura torturador: “es el demonio quien nos
impide reconciliarnos”, dijo el entonces jefe de la Iglesia argentina.[[8]]
Condenado por crímenes de lesa
humanidad en 34 secuestros, 37 casos de tortura y siete homicidios calificados,
crímenes cometidos en ejercicio de su sacerdocio, escondido y protegido por la
Iglesia argentina hasta que lo encontraron refugiado en Chile, preso en el
penal de Carlos Paz junto a otros asesinos seriales de la dictadura, Von
Wernich sigue dando misa. “Bergoglio nunca lo sancionó. Así como el cardenal
Aramburu suspendió las licencias sacerdotales de Yorio y Jalics pocos días
antes de que los chuparan, el cardenal Bergoglio nunca suspendió ni un día la
licencia sacerdotal de Von Wernich”.[[9]]
[1].- Walter Goobar, “Los
secretos de Bergoglio y Massera”, Miradas al Sur 14-11-2010.
[2].- H. Verbitsky, Página 12
11-4-2010.
[3].- Graciela y Rodolfo Yorio,
Página 12, 11-4-2010, subrayados nuestros.
[4].- Ambito Financiero
16-3-2013.
[5].- H. Verbitsky, Página 12
11-4-2010.
[6].- Documentos citados por
Verbitsky en Página/12 11-4-2010.
[7].-
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/subnotas/143711-46189-2010-04-11.html.
El memo sobre la reunión del 15 de noviembre de 1976 de Primatesta, Aramburu y
Zazpe con la Junta Militar se reproduce en su versión original, tal como está
archivado en la sede episcopal de la calle Suipacha como “Reunión de la Junta
Militar con la Comisión Ejecutiva de la CEA, 15.IX.1976”. Caja 24, Carpeta II.
Documento 10.937.
[8].- La Gaceta, 9-10-2007.
[9].- Santiago O’Donnel, Página
12 17-3-2013.