CON PERMISO DE GRUPO LCT-ARGENTINA PUBLICAMOS SU DOCUMENTO SOBRE EL IMPERIALISMO DE EE.UU, EUROPA Y JAPÓN,
Y EL IMPERIALISMO DE RUSIA Y CHINA.
El correo eletronico de LCT es lct_revolucionproletaria@yahoo.com.ar
SOBRE EL IMPERIALISMO DE EE.UU, EUROPA Y JAPÓN,
Y EL IMPERIALISMO DE RUSIA Y CHINA
Es totalmente impresionistas definir a Brasil o a
la India como países imperialistas, como apresuradamente se aventuraron a decir
algunos 'marxistas' y populistas tercer-mundistas. Ese impresionismo es el
resultado del auge del BRICS (acuerdo comercial y financiero entre Brasil,
Rusia, India, China y Sudáfrica; los llamados países emergentes) pero ese
bloque ya se desinfló porque empezó a caer la burbuja de loscommodities,
y la apreciación del dólar que realizó EE.UU. los volvió a golpear. Debido a
esto la economía de Sudáfrica y de la India lleva tres años de estancamiento y
retroceso en el último año, al igual que Brasil que está en crisis llevando
adelante nuevos ajustes económicos. ¿Dónde está la exportación de capitales de
Brasil o un, sino poderoso, al menos internacional sistema financiero? De igual
forma es equivocado hablar de sub-imperialismos o las
sub-metrópolis, como también se teoriza; estas definiciones no sirven
porque no definen si son una cosa o si son la otra. En ese sentido una
burguesía, y un Estado burgués, es o no es imperialista. Pueden haber países
semi-coloniales más avanzados que otros, es claro que no es lo mismo Pakistán
que Afganistán, Egipto que Omán o Corea del Sur que Filipinas, y países
semi-coloniales avanzados pueden jugar un rol de gendarme del imperialismo en
diferentes regiones, como Egipto, Pakistán o Turquía, o mantenerse más
distantes como la India, pero igualmente se trata de países semi-coloniales más
avanzados que otros en el desarrollo de las fuerzas productivas, pero
igualmente dependientes del imperialismo mundial hegemonizado –criminalmente–
por los EE.UU.
Con la cuestión del imperialismo de Rusia y China
la realidad es mucho más rica que los esquemas que algunos se hayan hecho en la
etapa anterior al desmembramiento de la URSS. Pero se trata sólo de un esquemas
porque Lenin no planteo, en su trabajo sobre el imperialismo de 1915, que ya no
había posibilidades de que ningún país podía alcanzar una fase imperialista sin
guerras, que todo iba a quedar acotado a 5 o 6 naciones. Nada de eso, sólo
marcaban la tendencia general de la fase imperialista, en la que había entrado
el capitalismo, tendencia y características de agonía y descomposición que se
cumplió y se cumplen plenamente. De igual forma es correcto y fundamental, como
en épocas de Lenin, considerar que para el surgimiento de un nuevo
imperialismo hegemónico sigue siendo necesario una guerra mundial para
repartir los mercados y/o para imponer un nuevo patrón monetario internacional.
De allí que no hay que estar en contra de las
concepciones de Lenin y Trotsky para poder explicar por qué hoy Rusia y China
son imperialistas, más aún sus teorías son fundamentales para entender el procesos.
En ambos países se dieron revoluciones –aunque con sujetos sociales y
direcciones muy diferentes– que para llevar adelante las tareas democráticas
nacionales –y agrarias– expropiaron a la burguesía nacional y al imperialismo,
porque la burguesía nacional de estos países era incapaz de poder hacerlo;
puesto que si avanzaba sobre la propiedad privada de los medios de producción
imperialistas y la tierra de los feudales o terratenientes, significaba también
su propia expropiación. Eso les permitió a la URSS y a la República Popular
China llegar a tener una mayor independencia del imperialismo mundial durante
muchas décadas. Y la planificación estatal les permitió salir del subdesarrollo
capitalista, pero su aislamiento por el rechazo natural, y lógico, de la
burocracia a la revolución mundial –que es en esencia nacional, y por ello
contrarrevolucionaria internacionalmente– los condujo al estancamiento y al
retroceso en el desarrollo de las fuerzas productivas, al quedar sujetos y
subordinados al mercado mundial dominado por el capitalismo imperialista.
A finales de los '80 la crisis y la escasez
resultante –y el miedo a la movilización de las masas– llevó a la burocracia
stalinista a inclinarse hacia la contrarrevolución decidida; o sea, ya no sólo
objetivamente sino también subjetivamente: la burocracia stalinista se pasó con
armas y bagaje a la restauración del capitalismo. Sin embargo eso tuvo lugar en
Rusia y China donde el desarrollo de las fuerzas productivas eran muy
superiores a la de los países semi-coloniales, y donde el aparato estatal
centralizado permitió –aunque de forma diferente en Rusia que en China– una
rápida transición a un estado de capitalismo monopolista. Igualmente, en ambos
casos, se trata de un imperialismo débil y cada uno con características
diferentes. Pero ninguno de los dos siguió el orden histórico de acumulación
capitalista orgánica, y eso es lo que hizo posible y excepcional su salto (y
también marca la debilidad hacia el futuro).
En el caso ruso con una acumulación capitalista
realizada –mafiosamente, en su gran parte– sobre la base industrial y
tecnológica-militar heredada de la URSS, que había llegado a ser la segunda
potencia mundial, y con una actual influencia económica, política y de gran
presencia militar principalmente en las regiones que eran parte o que
influenciaba el viejo imperio ruso y la ex-URSS. En el caso chino, al restaurar
el capitalismo la burocracia stalinista-maoísta, o los burgueses rojos, por un
lado ampliaron y concentraron la esfera de acumulación del capital
internacional con mano de obra súper-explotada en China, y por otro lado
centraron una estrategia económica hacia todo el mundo semi-colonial extrayendo
a bajo costo las materias primas que necesita para producir en China y también
reservándose mercados para sus productos. Y aunque el ruso y el chino sean
imperialismos diferentes, en sus discursos y estrategias, a los de Europa y a
los Estados Unidos –como también es diferente el de Japón al de ambos–
igualmente el resultado es el mismo en la división internacional del trabajo:
profundiza la dependencia y la primarización de las economías de los países
semi-coloniales y expoliar sus recursos naturales.
En resumen, las revoluciones rusa y china –y los
Estados Obreros burocratizados que de allí surgieron– no dejaron al mundo como
estaba antes. Y en el proceso contrarrevolucionario de la década del '90 el
imperialismo pudo restaurar el capitalismo en estos países pero no pudo
conquistar todo lo que se habían perdido por la revolución décadas atrás,
dejando espacio para el surgimiento de estos dos recientes y excepcionales
imperialismos. Imperialismos más débiles que EE.UU., Alemania, Gran Bretaña,
Japón o Francia, y respecto a estos con una gran brecha tecnológica, pero tanto
Rusia como China son poderosas economías, que política y militarmente son mucho
más fuerte que países imperialistas más tradicionales como Australia, Italia,
España o Portugal.
Algunos cree equivocado cerrar la caracterización
de China como imperialista porque consideran que la crisis económica
capitalista mundial podría derrumbar al régimen stalinista del PC chino
provocando una apertura democrática, y con posibilidades de partición
territorial por independencia de nacionalidades oprimidas, y eso le impediría
llegar a ser imperialista. Pero aunque se diera ese proceso convulsivo
resultado de la crisis capitalista mundial, la nacionalidades oprimidas en
China no representan más de diez por ciento de la población total, aunque
territorialmente abarque mucho más que ese diez por ciento no se trata de zonas
industrializadas. Por otra parte la burguesía hace más de cien años que dejó de
ser progresiva, y mucho más una burguesía que no realizó una acumulación
capitalista orgánica, sino que logró su ubicación al amparo de un Estado monopolista
y dictatorial. De allí que entre las tareas democráticas para la constitución
del Estado-Nación (burgués) la burguesía china no le da ninguna importancia a
la democracia burguesa como régimen de dominio. Aunque, si se viera obligada a
aplicarla para engañar al pueblo chino lo hará, en el mejor de los casos, con
un régimen "democrático" a lo Putin, o sea; un régimen reaccionario o
semi-fascista.
Por lo tanto el constatar el ascenso económico de
Rusia y China como potencias imperialistas, en nada contradice la teoría de
Lenin sobre delImperialismo fase superior del capitalista, y la Teoría-programa de
la revolución permanente de Trotsky –y confirma el carácter
restaurador y reaccionario de la burocracia stalinista, sea bresneviana o
maoísta (y castrista)– y principalmente porque es constatar un hecho de la
realidad harto visible.
1) Puesto que Rusia y China son imperialistas –como lo es Alemania, Gran
Bretaña, Francia, Holanda, Japón o los EE.UU., aunque ambos países no sean
hegemónicos como éste último–, los socialistas revolucionarios estamos por la
ruptura de los pactos políticos y militares que nos atan al imperialismo,
también de estos nuevos. Así como rechazamos la inversiones en infraestructura
como carreteras inter-oceánicas y obras de esas características (y la
instalación de bases militares), porque dichas inversiones –como las petroleras
o la minería de los EE.UU, de Canadá, de Suiza o de Australia– a lo único que
buscan en los países sub-desarrollados es a seguir extrayendo a bajo costo sus
riquezas y sus recursos naturales no renovables.
2) A la vez, en tanto la clase obrera no tenga suficiente fuerza para
poder expulsar al imperialismo, luchamos por la igualdad de los derechos
obreros y sociales para los trabajadores chinos –o de otros países– que dichas
empresas lleven a los países semi-coloniales. Nuestros enemigos no son los
trabajadores chinos sino el imperialismo de China –o Rusia– y las burguesías
entreguistas de las semi-colonias.
3) Por supuesto que en lucha por la revolución socialista los
socialistas revolucionarios luchamos por las consignas democráticas formales en
países como China o Rusia (o en los países árabes), consignas tales como; por
el sufragio universal; por la autodeterminación de las nacionalidades; por la
legalidad de los sindicatos y los partidos obreros, etc., y si esto se logra
imponer o no es una cuestión de relación de fuerzas. Pero, a priori,
la burguesía china –y rusa– es reaccionaria, no busca llevar adelante las
tareas democráticas formales y las garantías civiles y constitución democrática
de una república burguesa. Todo lo contrario, pues estas burguesías necesitan
la opresión, y la represión, para la mayor explotación obrera posible y lograr
así disputar mercados a otras potencias imperialistas más adelantadas. O sea,
la tarea de completar las tareas de la revolución burguesa, que las burguesías
china o rusa se niegan, es tarea del proletariado y para llevarla adelante
necesitara construir su dirección revolucionaria, tomar el poder, y dar firmes
pasos hacia el socialismo.
4) El surgimiento de estos nuevos imperialismos hace que algunos de los
viejos imperialismos entren en decadencia, y que otros empiecen a ver menguado
sus mercados y sus espacios vitales, lo que lleva a la agudizaciones de las
contradicciones y a los roses inter-imperialistas, y llevará en la siguientes
décadas a profundizar las tendencias de la barbarie capitalista hacia una
Tercera Guerra Mundial. En tal caso, sea como sea que se conformen los bloques
imperialistas, estamos por el derrotismo revolucionario, esto es; los
trotskistas no apoyamos a ninguno de los dos bandos imperialistas y llamamos a
parar la nueva carnicería imperialista con la revolución proletaria y
socialista.
Marcelo Ríos, por la Liga Comunista de los Trabajadores.
22-04-2015
Nenhum comentário:
Postar um comentário